Seguramente tendríamos primero que tratar de definir
“clase media”, que problema, ¿la media de qué?, sin duda algún punto entre la
clase acomodada y la clase pobre, no es así de simple, es tan subjetivo que
hasta permitiría realizar un tratado del tema, no es la idea ahora. En Argentina,
como en ningún país de Latinoamérica, que sigue siendo la región con mayores
desigualdades del planeta, el concepto de clase media está muy arraigado y es
que hubo épocas en que la mayoría de sus habitantes lo era, y otras en las que
no fue tan así, muchos de los conflictos sociales se han originado a causa de
la pérdida de esta condición de clase “media”, este momento parece más que
interesante para que la sociedad argentina se revise a sí misma, tratando de no
caer en las trampas de las confusiones de siempre que tienden a dividirnos,
país dividido es un país que no avanza, es importante aclarar que unidos no
significa que todos pensemos igual, al contrario, de la puja ideológica surge
el verdadero avance, en mi opinión esta puja está ausente, se observa un bajo nivel de discusión, se cae
fácilmente en el insulto y no se sostienen las ideas con argumentos, los que
parecen hablar bonito se estancan en simples declaraciones, sin mostrar un
camino, una idea, de cómo alcanzar esa sociedad tan hermosa que declaman en sus
discursos, los que no hablan tan bonito pronostican futuros apocalípticos y
dictatoriales, sin libertad de expresión, lo cierto es que si la expresión
estuviera vedada no podrían manifestarse por todos los medios como realmente lo
hacen; amigos dejan de saludarse, familias discuten en la mesa, vuelven los
caceroleros, todos gritan, nadie escucha, la intolerancia parece ganar unos
pasos, el sentido común no es el más común por estos días.
Negar la realidad en conceptos socioeconómicos es como
pretender jugar al fútbol con una pelota de rugby, pensar que los medios de
comunicación son los que reflejan esa realidad es, para decirlo en términos muy
suaves, naif, hemos comprobado en numerosas oportunidades cuanto de dirigido e
interesado es el mensaje escondido en la información que se transmite, hoy las
redes sociales han ganado un espacio importarte y son primeros actores en esta
comedia, el problema es que casi todo es muy anónimo, pero fuerza tienen, me
recuerdo la campaña por el partido obrero a través del twiter, consiguieron los
votos necesarios a través de una red social que permite solo 140 caracteres, no
voy a discutir la legalidad, es obvio que lo es, pero también es cierto que ese
no es el camino de la democracia y la representación ciudadana, pena dio ver al
líder de izquierda brindando con espumante francés junto a los que habían
alentado su cruzada desde el twiter para obtener los votos necesarios, se votó
por diversión, se consideró el asunto al mismo nivel que un chisme farandulero,
estos twiteros, si duda, se consideran clase “media”, forman parte de un sector
de la sociedad que no se da cuenta, o no le importa, quien lo representa,
copian y pegan, reenvían, retuitean, facebucean, mailean (perdón al
castellano), pero, realmente leen, analizan, piensan los contenidos o se trata
simplemente de mantener la vorágine de la circulación de lo que llaman la
“información”, al final el resultado es el mismo, no te metás, yo argentino,
algo habrán hecho, cuido lo “mío” en lugar de lo “nuestro”, claramente se puede
observar en las consignas caceroleras la ausencia de la preocupación social,
son las mismas consignas que usaron para justificar la masacre del 55, el
genocidio de los 70, la generación de la deuda externa que seguimos pagando, la
fiesta neoliberal que terminó con personas comiendo de la basura. En un país de
40 millones que hoy produce para 300 millones…., los mismos que siempre nos
hacían envidiar a “la Europa”, hoy llamativamente guardan silencio ante la
triste realidad de países inmersos en una profunda crisis socioeconómica, con
altísimos niveles de desocupación, con dirigentes que siguen apostando a los
recortes, que profundizan invasiones y genocidios en países indefensos; la tan
mentada “autodeterminación de los pueblos” solo funciona de acuerdo a la
conveniencia del “mercado” La pregunta es simple, la clase “media” argentina
cuando “ataca”, así entre comillas, con saña, con odio, con violencia verbal,
con claras pretensiones destituyentes ¿se da cuenta a quién defiende?, no se
trata de aplaudir ciegamente un modelo, ya lo mencioné antes, tratar de
entender la realidad es el desafío, la realidad de lo que llevamos a la mesa de
nuestras familias, de la educación que podamos brindar a nuestros hijos, del
merecido y digno disfrute de la vida que deben tener nuestros jubilados, de
prevenir en términos de salud y sanar a nuestros enfermos, de vivir en paz y
sin miedo. Sin embargo la realidad nos ha pegado duro siempre; los medios de
comunicación dominantes aplaudieron y apoyaron todos y cada uno de los golpes
de estado, justificaron secuestros, torturas y desapariciones, acompañaron con
campañas de desprestigio hacia las empresas del estado para que sean rematadas
a precios viles, titulaban en sus páginas los prestamos que gentil y
generosamente nos otorgaba el FMI, no les importaba de que forma eran
sancionadas las leyes que arruinaban a
los trabajadores, daba lo mismo si era con un diputrucho o coimeando senadores,
justificaron con beneplácito cada recorte que se imponía, eso sí, de la misma
manera, cada vez que se inició un proceso de transformación con tendencias
inclusivas, protección de la industria nacional, sustitución de importaciones,
desarrollo de la obra pública, intervención del estado en la economía,
participación activa de los trabajadores como eje del crecimiento, inversión en
salud, educación, seguridad, asistencia a los más necesitados, etc. en
cualquier época, con cualquier color político, los mismos medios, lo denostaron
hasta su destrucción…., la historia tendrá sus interpretaciones, pero esto es
una verdad objetiva, solo hay que revisar las tapas de los diarios más vendidos.
En esta coyuntura la clase “media” argentina aparece como incapaz de reconocer
lo que la beneficia y le conviene, pero lo preocupantemente grave es que no
identifica lo que la perjudica, no se trata de caer en el error de ignorar el
reclamo, como si viviéramos en un paraíso sin problemas, los hay y muchos. Existe
un núcleo activo, conformado por factores de poder que mantienen y defienden sus
privilegios a cualquier costo y también hay un sector de la clase media que le
hace el coro, tienen recursos y lo han demostrado, pero comparar las cacerolas
del 2001 con las del 2012 es caer en el reduccionismo de no analizar el
entorno, las diferencias son abismales, no se trata de ningunearlas, pero
tampoco tienen carácter histórico, la cantidad tiene una importancia relativa, se
debe prestar más atención por aquellos preocupados legítimos, por los agotados frente
al hecho de perder amistades o peleas familiares cada vez que surge el tema
político, choques irreconciliables, la división de los argentinos, los riesgos
de profundizar las diferencias, de fijarnos en los que nos separa en lugar de
lo que nos une, se busca la confrontación en lugar del debate, la política no
es un conflicto si hay pugna ideológica, se deben respetar las reglas de juego
de la democracia, manifestarse y decir que no son destituyentes no es
suficiente, también hay que parecer que no lo son, es preciso darse cuenta que
las anteojeras no permiten ver más que intereses particulares y un país real
requiere de un proyecto, hasta ahora este “movimiento” supuestamente opositor no
lo manifiesta o no lo tiene, más bien aporta un clima de inestabilidad muy funcional a los grupos empresarios, el
desafío será ver si en esta ocasión la sociedad impide que suceda lo que hasta
ahora siempre sucedió, que nuevamente perdamos clase “media” mientras las
corporaciones ganan divisas que fugan de nuestro país, ningún liderazgo es
eterno, tarde o temprano se acaba y surgirá uno nuevo, producto de la decisión
popular, el calendario de elecciones debe ser el límite para el reclamo
cacerolero, donde todos los sectores de la sociedad, incluso la clase “media” argentina
tendrá la oportunidad de elegir sus representantes, eso sí, votar por quien
seguro la va a perjudicar encuadra en un análisis psicológico de cual me eximo
por falta de capacidad.
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